miércoles, 15 de abril de 2009

Valverde ayer, hoy, siempre. La peña republicana


"Crispines metidos a juristas"

M Cayuela (Archivo A Rico).- En la foto aparecen retratados los componentes de la peña Republicana de Valverde del Camino, que tenían su sede en la Plaza de Toros de Valverde, donde aparecen retratados delante de un burladero. Corría el año 1925 y el fotografo es Ramón Vergara. Para hacer patente sus ideas avanzadas y modernas se hacen retratar junto a un tocadiscos-fonógrago, todo un adelanto de la época. El que fuera alcalde de Valverde y autor del libro Breve Historia de Valverde, Luis Arroyo Valero (Frijón) los llamó "crispines metidos a juristas" con motivo de una proclama republicana. El líder político del grupo era el sastre Andrés Parreño, que aparece sentado el segundo por la derecha, y el benjamín de la peña era Marco Doblado Bermejo (El Paino) fabricante de cortes aparados, que está de pie el segundo por la izquierda. Según Antonio Rico, Marco, fue el único miembro de la peña que acabó sus días frente a un pelotón de fusilamiento en plena Guerra Civil. Vaya esta fotografía en recuerdo y homenaje a este grupo, un día despues del día de la República.

17 comentarios :

  1. El padre del risitas también estuvo en la peña?

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  2. Muy buen homenaje a estos señores, y gracias por traernos el pasado de nuestro pueblo a través de tu blog.
    María.

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  3. el risita tambien era republicano???jaja es clavao

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  4. el de arriba a la derecha se parece a calderay,jejejea

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  5. cuidao con el torooo,muuuuuuuuuuuuuuu

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  6. Illo, os entiendo, ¡hay que ver lo aburrio que estmos este miercoles!

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  7. sobre to los que trabajais en el ayuntamiento.

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  8. la pagina deayuntamiento no pone nada del valverde cf, no?

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  9. Ayer en la inauguracion de las jornadas culturales de las asociaciones solo fueron el Cabrujas, el Loro y unos cuantos republicanos que todavia no se habian recogido.
    Que pena, que poca aceptacion.

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  10. retoi por nada , y es que no hay gjk, de toas a toas, via asada por tremon.

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  11. novedades:
    el año que viene saldran en semana santa tres marias una veronica y un veronico, se hara un casting enla casita papel a partir del 5 de enero del 2o10. a las 3 y media el sabado. no llegar tarde.

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  12. novedades:
    el año que viene la comparsa de los lucas se llamara:
    redoble:
    el ocaso

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  13. Coño todavia hay republicanos con banderas metidos en la fuente. Ni que hubiese ganao el Madrid la liga, manda güevo.

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  14. PA QUE TU VEAS SE HABEIS ENTERADOS TODOS MENOS LA PRESA LOCAL.LA QUE NO SE ENTERA DE LO QUE PASA, MAS ALLA DE SU ENTORNO (¡Psoe Facista !)

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  15. Cementerio de guerra

    Nunca os he conocido... Nunca supe
    cómo eran vuestros rostros, cuáles fueron
    los sueños que acuñábais en la vida
    que se os fundió de pronto. Soy de aquellos
    herederos del pan hijo del trigo
    que abonásteis ayer con vuestros cuerpos,
    de los que no han cavado una trinchera,
    de los que no han llorado un bombardeo.
    Nunca os he conocido y ahora mismo
    Me pesan más que a nadie vuestros huesos
    Y siento penetrar vuestras ausencias
    Como dientes helados de un invierno
    Que castiga mi carne
    Soy de aquellos
    Que no estaban aún, pero yo afirmo
    -españoles del polvo y del silencio-
    que he estado entre vosotros desde siempre
    cubriendo con mi canto vuestros huecos.
    Luchábais con un himno en la garganta
    para olvidar los ojos de los muertos
    y armábais de esperanza los fusiles
    para abrir un futuro a sangre y fuego
    La vida no tenía otro destino
    que arder –firme- en el ara del estruendo
    y averigüar el sexo de la muerte
    entre algodones de óxidos sangrientos.
    Vuestra vida fue un cirio intrascendente,
    una llama y no más del gran incendio
    que inflamó cada palmo de esta tierra
    nacida del azufre del infierno.
    ¡Morir era la vida…¡ ¡Morir!
    El universo
    era una nimiedad, un accidente
    que podía vencerse con los dedos.
    ¡Tabla rasa de todo! Un paso al frente
    y la vida rodando por el suelo…
    Un tambor al redoble, una bandera
    alzada, como un grito, contra el viento,
    bastaban para unir en un latido
    mil corazones y un solo deseo.
    Después, el holocausto. Muerte…
    Luego
    un sol de paz fundió las bayonetas,
    volvieron del silencio los jilgueros
    y ya no fuísteis mas que gloria oscura
    amontonada en el desván de un pueblo.
    Nunca os he conocido... Ahora soís sólo
    polvo en el polvo gris, bajo este cerro
    que, a racimos de flores, va olvidando
    que sostiene en su lomo un cementerio.
    Y oigo gemir al viento vuestras cruces
    como miles de Cristos irredentos:
    “Juan… dieciséis del diez del treinta y siete”…
    “Pablo, Antonio, Guzmán”…
    ¡Ya soís el tiempo!

    (Del poemario “Oficio de tristezas”, 1980)

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  16. RAMÓN GRAELLS BOFILL (España)

    La voz del barro íbero

    Yo soy del barro indómito de España.
    Corre una patria estricta por mis venas
    que es parca en trigo, pródiga en guadañas
    y enemiga solar de las cadenas.

    Surcos hay en sus campos y en mi frente
    donde alguien sembró sal. Por eso habito
    la soledad de España y de su grito,
    y odio al silencio que no es transparente.

    De barro ibero soy... Barro infinito
    que va, como la muerte, de hombre en hombre
    y hasta de sangre en sangre algunas veces;
    barro que va del alma hasta las heces
    calcinando la voz del que lo nombre.

    Barro soy de una España en paradoja
    donde a las mismas puertas de la usura,
    niños de ojos manchados de hambre roja
    hurgan en mi dolor y en la basura.

    Tierra donde la ira es un ejemplo,
    donde la envidia está santificada,
    donde la espada es cruz, la cruz espada,
    donde aún hay mercaderes en el templo.

    Tierra soy de una tierra condenada
    a tener tantos muertos como palmos,
    barro de un pueblo que es fuego sonoro,
    de un pueblo que a la muerte llama toro
    y confunde la guerra con los salmos.

    Pueblo de alma a la vez cristiana y mora
    donde las penas son guitarras lentas,
    pueblo que canta y reza y ríe y llora
    y combate a cuchillo las tormentas.

    Tierra donde la vid brota sombría
    sobre el yermo rebelde y abrasado,
    donde el sudor herrumbra hasta el arado,
    donde la espiga al sol de sed se hastía.

    Tierra de rojo vino huracanado
    que desmorona espumas de tristeza;
    tierra de altos alcázares y escombros
    donde el hombre lleva sobre los hombros
    un corazón en vez de una cabeza.

    ¡Estoy hecho de España!... Un barro ibero
    navega por mi sangre, ata mis brazos,
    traspasa mi estructura por entero
    y estalla por mi boca hecha pedazos.

    Barro solar, barro definitivo,
    barro que sueño y lloro y bebo y canto,
    barro cuya oleada duele tanto
    como la vida amarga en la que vivo.

    Barro forjado en luz de húmedo llanto,
    inevitable barro de horma extraña
    que nubla mi garganta de alfileres...
    Y de tanto gritar amaneceres,
    están roncas de luz mi voz y España.

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    A la soledad de un mal de amor
    Ven a mi soledad... que no hay espejos
    en donde no me mire yo sin verte,
    que es oscura la luz cuando te marchas
    y sabe a pan el hambre cuando vienes...

    Ven a mi soledad... Que tu palabra
    descerraje el silencio para siempre,
    que el arado temprano de tus besos
    ponga un sueño de surcos en mi frente.

    ¡Ven a poblar la casa en que no habito
    y aventa la ceniza de mis sienes,
    que no quiero esperar toda una vida
    a que se llame como tú la muerte...!

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    Soliloquio

    ¿De qué te habrá hecho Dios, soledad mía?
    ¿De qué te habrá hecho Dios? Cuando se apague
    la tarde, tú serás en la tiniebla
    una gota de luz en que buscarme.
    Yo no sé si serás, soledad mía,
    la dulce hermana del silencio grave.
    ¿Qué tendrás? ¿Qué tendrás que me hablas siempre
    cuando ya nunca nadie quiere hablarme?
    ¡Qué breve es la llamada del camino!
    ¡Qué breve el peso frágil de mi carne!
    Más allá de mis noches no hay reposo;
    más allá de la vida... ¿quién lo sabe?
    Soledad, soledad, en ti me pierdo
    para buscar mi lumbre en tus instantes.
    Espero. espero siempre. Y en mi espera
    dispuse un hueco para ti en mi nave.
    Y cuando surque yo el mar de la muerte
    y el postrer aire azote mi velamen,
    nada querré contigo en la otra orilla:
    contigo, soledad... ¡tengo bastante!

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    El desolado

    A pesar de la luz, mi oscuro paso
    amordaza la calle, y se asegura
    un lívido color de sepultura
    a la serena lumbre del ocaso.

    De sombra en sombra voy. Silencio. Acaso
    quiera el dolor hablarme de la altura
    de Dios... pero la soledad perdura
    mientras habito el tedio del fracaso.

    Y se cumple la noche. Todo pesa
    inútilmente ya. La voz no acierta
    a poblar la agonía en que me inmolo.

    Dios... ¡sólo Dios!! La soledad no cesa
    Y en la sombra de una página muerta
    escrito queda ya que estuve solo...

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    A la soledad de una espiga

    ¡Escuchad el lamento de la espiga
    que desgrana su pena entre los vientos!
    ¿No veis que está llorando eternamente
    porque anhela ser pan de todo un pueblo?

    El trigo que amanece de la tierra
    no quiere ser esclavo en su granero;
    quiere esparcir su oro entre las gentes,
    quiere ser -sin frontera- un mar abierto.

    ¡Mirad a la espiga que se rebela
    contra la casta hostil del privilegio!
    ¡Mirad como su canto altivo hiere
    la pálida aflicción de los almendros!

    El llanto del trigal dorado, azota
    la paz lacia y furtiva del sendero;
    pronto caerá la espiga, degollada
    por la fría guadaña del silencio...

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    “Antes yo necesitaba sentarme para pensar.
    Ahora pienso de camino”.
    J. Ortega y Gasset

    A la soledad de los romeros

    ¡Y pensar que la piedra nunca muere!
    ¡Y pensar que el camino que nos lleva
    no muere nunca, ¡no! Pero nosotros,
    nosotros somos casi como hiedra,
    como hiedra fugaz que escala un muro
    y al llegar a lo alto, ya está seca.
    Nos alumbra la vida. Poco a poco
    nos sabe todo a lágrima y a tierra.
    Si el andar nos fatiga, no cedemos
    aunque nos abra el mundo alguna puerta.
    Maldecimos la sed, y no bebemos;
    desdeñamos las fuentes de agua fresca.
    Ignoramos el río, pero el alma
    se nos queda bebiendo en la ribera.
    Buscamos techo en nuestra propia carne
    porque es la soledad la que consuela
    nuestro llanto marchito de esperanzas,
    nuestra cosecha absurda de horas muertas.
    Y el alma se nos abre al horizonte
    cansada de soñar que ya no sueña.
    ¡Y pensar que la piedra nunca muere!
    ¡Y pensar que el camino es siempre ausencia!

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    A la soledad de la muerte

    Una tristeza oscura se deshace en mi cuerpo
    cansado de ser tierra sobre tierra. Y a veces,
    un otoño de sueños caídos como hojas
    navegan por mi frente, nevándome las sienes.

    De noche aprendo estrellas, por no aprender las dudas
    que me pueblan el tiempo. Y el alba, nuevamente,
    me augura que ya falta vivir un alba menos
    para ser sólo tierra bajo tierra por siempre.

    Y yo cierro los ojos y me miro hacia adentro
    y sueño las secretas certezas de la muerte.
    Sólo el alma pregunta con la voz del silencio
    por qué esa vieja muerte que mata nunca muere...

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    Casa de soledad

    Otoño. Soledad. Siempre lo mismo.
    Nada nuevo sucede en esta casa.
    Un hombre vive en ella. (Eso parece
    si llamamos vivir a ver el alba
    cada día). Es un hombre como muchos:
    ya sabe que la noche siempre es larga
    y le abate los hombros. Ríe poco
    y odia la soledad porque le mancha.
    Las manos se le enfrían muchas veces
    y, a menudo, su frente derrotada
    se le inclina hacia el barro. Nadie sabe
    que sólo algún milagro le rescata.
    Otoño. Soledad. Un hombre vive
    a golpes de milagro. La palabra
    se le ahoga en los labios cuando quiere
    gritar para poblar de voz su casa.
    Rompe su verso claro en la ceniza
    de un ayer que aún le nubla la mirada,
    y en su voz se averigua un libro abierto
    siempre en la misma y desolada página.
    Un hombre. Soledad. Punto y aparte.
    Nada nuevo sucede en esta casa
    donde la puerta queda siempre abierta,
    donde sólo la vida está cerrada,
    donde el silencio escribe en las paredes:
    Otoño
    Soledad.
    ¡Esto no es nada...!

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    A la soledad de un soldado sin nombre

    ¡Madre, cómo se venía
    abajo la madrugada!
    Tenía veinte años mozos
    ardorosos como brasas,
    una bandera en la frente,
    una mujer en el alma...
    Su nombre, madre, su nombre
    lo ocultó el tiempo en la nada.
    ¡Madre, que no sé su nombre!
    Madre... ¿Cómo le llamaban?
    Se despertaron los trigos
    con un roncar de granadas;
    el aire se puso negro,
    las amapolas sangraban.
    ¡Madre, cómo se venía
    abajo la madrugada!
    ¿Silencio? ¡No hubo silencio!
    Sólo un tronar de metralla.
    Sus veinte abriles de lirio
    los mordió un beso de bala.
    El rocío fresco, madre,
    quiso lavarle la llaga.
    ¡Toda su carne tenía
    llantos de púrpura y nácar!
    Mudo le quedó el fusil
    entre las manos crispadas.
    ¡Con una mirada, madre,
    se llevó la madrugada!
    No quiso mirar atrás
    por no ver qué se dejaba.
    Sus labios rezaron, lívidos,
    el nombre de una gitana,
    ¡ay!, y se quedó dormido
    como la luna en la charca!
    Los juncos, amedrentados,
    lloraban, madre, lloraban...
    La muerte se lo llevó
    en su carreta enlutada
    y en el olivar, quedose
    vagando, anónima, un alma.

    ¡Madre, qué pronto se vino
    abajo la madrugada

    Quiero dejaros estos poemas,como mi homenaje particular,estan copiados y pegados de:

    www.poesiahispana.com/ramongraells.htm - 87k

    ANTONIO DS.
    Desde IZQUIERDA UNIDA.

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