miércoles, 3 de junio de 2015

Valverdeños por el Mundo. México

Un valverdeño en México: Fernando Vizcaíno Guisado

Nació el 12 de enero de 1971 en Sevilla, pero siempre ha vivido en Valverde. Con su esposa Lola Gutiérrez Vizcaíno vivía en la calle Portugal antes de emprender la aventura americana

Es Valverde (es noticia).-

Valverdeños en México. Fernando Vizcaíno Guisado
por Jesús Ramírez Copeiro

Nació el 12 de enero de 1971 en Sevilla, pero siempre ha vivido en Valverde. Hijo de Francisco Vizcaíno Parreño y Araceli Guisado Vera, dedicados toda su vida al calzado, en su fábrica de botas de la carretera de La Palma. En su afán porque sus hijos tuvieran un futuro mejor -afirma Fernando Vizcaíno- nos dieron estudios, lo que hizo que tanto mi hermana como yo tomáramos caminos distintos y yo me dedicara a la ingeniería. Mi esposa Lola Gutiérrez Vizcaíno es también valverdeña y vivíamos en la calle Portugal antes de nuestra aventura americana.



Foto 1: Fernando Vizcaíno en México, 27 septiembre 2014

Estudié la EGB en el Menéndez, continué el bachillerato en el Diego Angulo y acabé mis estudios de Ingeniero Técnico Industrial, en la Universidad de La Rábida. He trabajado en varias empresas de montaje eléctrico de la provincia de Huelva, pero la crisis hizo que me quedara sin trabajo hacia la mitad del año 2009 y que además no encontrara otro. En el tiempo que estuve en paro aproveché para mejorar mi inglés y hacer un Master para ver si así mejoraban mis oportunidades de encontrar un trabajo en España, pero tampoco sirvió para nada. Yo nunca he sido una persona viajera pero comprendí que si no miraba fuera del país, sería muy difícil encontrar un trabajo. Por lo que me centré en buscar fuera de nuestras fronteras y no por espíritu aventurero precisamente. Después de mucho tiempo, recibí una oferta para un puesto de ingeniero eléctrico en la construcción de una planta de ciclo combinado en México.

En México

La distancia a la que me tenía que desplazar y lo poco seguro que parecía el país, a priori, era lo único que me podía parar. Pero visto las pocas oportunidades que había en España decidí probar suerte. De todas formas pensé que tampoco tenía mucho que perder, si no me gustaba, siempre podría volver. Además, Lola tampoco se había librado de la situación laboral y estaba en paro. Así que, finalmente, el 12 de abril de 2014 tomamos el avión que nos trajo a estas tierras. La ciudad a la que llegamos era Ciudad de México, la capital del país, y lo primero de lo que fuimos conscientes, ya desde la ventanilla del avión, fue lo inmensa que era.

El proyecto para el que trabajo tiene las oficinas aquí, en Ciudad de México. Trabajo como ingeniero eléctrico junto con otros dos ingenieros más y llevamos la parte eléctrica de la planta, ya que es una central para producción de energía eléctrica. En la oficina hay más ingenieros, de distintas disciplinas y de distintos países. El trabajo fue duro al principio, puesto que nunca había estado en un proyecto tan grande. Fueron muchas las materias que tuve que aprender en poco tiempo. Los compañeros se portaron bien y me ayudaron en todo lo que pudieron. Existe buen ambiente.




Foto 2: Fernando Vizcaíno, junto a la columna, con sus compañeros de oficina

La gente es amable, educada y cariñosa, y tienen esa forma de hablar tan particular que a mi me suena como si estuvieran cantando. Desde el principio nunca me sentí extranjero, los españoles son queridos. Al que sí nombran mucho es a Hernán Cortés, a ese sí que parece que le tienen algo de manía. Pero existe un problema de violencia generalizada que no se ha conseguido erradicar. Para vivir aquí hay que seguir una serie de normas de seguridad. Por suerte para nosotros, sólo hemos conocido buena gente.

El picante

La gastronomía de este país es muy variada, pero para nosotros tiene un problema: el picante. Aquí hay legumbres, fruta, carne, pescado, etc. no falta nada de lo que tenemos en España. Pero siempre digo lo mismo: tienen los mismos ingredientes, pero los combinan de forma distinta a como lo hacemos nosotros y siempre con picante. Un producto que ellos no suelen tomar mucho es el pan, aunque sí se encuentra. Hemos probado muchas cosas, pero normalmente comemos igual que en España ya que cocinamos nosotros mismos. En los supermercados tienen muchos productos españoles. Mis amigos siempre me preguntan por mi querido Cola Cao, pues aquí lo tienen.

El mal de Moctezuma

Otra curiosidad para el que llega aquí: en una semana aproximadamente te entra lo que llaman “el mal de Moctezuma”, es decir, unos días con diarrea. Nosotros ya lo sabíamos y al principio intentamos vigilar lo que comíamos y por supuesto beber el agua embotellada. Pues no sirvió de nada, nos entró igual. Pregunté a los demás españoles en la oficina y me confirmaron que hagas lo que hagas, te entra igual. Es más, algunos me decían que cuando van de vacaciones a España, al regreso la sufren otra vez. ¡Debe ser una maldición de verdad!



Foto 3: Fernando y Lola delante de la Pirámide del Sol. Teotihuacán, 6 julio 2014

Terremotos

A los seis días de aterrizar en México, sentimos por primera vez un terremoto de los de verdad. Menudo recibimiento, fue un Viernes Santo y su intensidad fue de 7,2 grados Richter. Durante los dos meses siguientes, la tierra siguió temblando con sismos de entre 5 y 6. Digo que siguió temblando porque creo que en realidad no deja de temblar, pero te acostumbras. Sólo te enteras de los superiores a 6 grados.

Sabíamos esto, pero lo que no esperábamos era debutar con uno tan fuerte. No se podía andar, perdías el equilibrio. Por suerte para esta ciudad, después del gran terremoto de 1985, las edificaciones están construidas para soportar seísmos de esa magnitud, por lo que prácticamente no pasó nada.


Cultura

En cuanto a la oferta de ocio y cultura, la variedad es casi infinita. Con su pasado azteca, el país cuenta con números lugares para visitar, como por ejemplo las Pirámides de Teotihuacán, a 45 kilómetros de la Ciudad de México o el Museo Antropológico. Además, la capital conserva numerosos edificios, palacios y jardines construidos por españoles, perfectamente conservados, como el Castillo de Chapultepec, en el centro de un bosque, donde está instalado el Museo Nacional de Historia. En él se exponen, desde piezas de los antiguos mayas, hasta objetos de los últimos españoles que aquí gobernaron. Como curiosidad diré que este museo contiene el Acta de la Independencia de México.

Otro lugar de interés es el Auditorio Nacional, la mejor sala de conciertos, considerado como uno de los más importantes del mundo. No puede faltar tampoco la visita a la Basílica de Guadalupe, situada al pie del Cerro de Tepeyac. Es el recinto mariano más visitado del mundo, superado solo por la Basílica de San Pedro de Roma. En cuanto al ocio, la capital cuenta con pubs, discotecas y restaurantes de todo tipo. Estuvimos una noche en un tablao flamenco, que por cierto su dueño es de Cádiz. Existen cines muy modernos, por ejemplo, en una sala denominada 4DX las butacas tienen movimiento, echan aire, humo, agua, olores y todo ello siguiendo la trama de la película.




Foto 4: En el castillo de Chapultepec, junto al busto de Cuauhtémoc, último rey de los aztecas

Despedida

Seguiremos en México un año y pico más, para terminar el trabajo y esperemos que sigan saliendo otros proyectos. Un beso muy fuerte para nuestros padres, hermanos, primos y familia en general, que los echamos mucho de menos. Muchos recuerdos para todos nuestros amigos, ¡esperamos verlos pronto!



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