Convivencia pacífica
Las consecuencias trágicas de una pelea callejera en Valverde da pie a una manifestación que reivindicará una convivencia pacífica entre todos
Es Valverde (es noticia).- El suceso que acabó en tragedia ocurrió en la madrugada del pasado viernes 16 de julio en La Campana. (leer más)
Una historia del Bronx... pero en Valverde del Camino
Por Manuel Mª Becerro. Fuente ElMundo.es
Madrugada del 16 de julio en el apacible pueblo onubense de Valverde del Camino, de menos 13.000 habitantes. Unos jóvenes hacen botellón en la calle [...] Empiezan los empujones, vuela algún que otro vaso y, en un agarre, uno estalla contra la cara de uno de los impacientes. La sangre hace acto de aparición y, al que portaba el vaso roto, empiezan a patearlo en el suelo. Si no se zafa y echa a correr calle abajo, quién sabe en qué habría terminado la paliza. El problema es que todos se conocen bien: son chavales del pueblo, de apenas 19 años, que se han visto crecer porque estudiaron juntos en el mismo colegio.
Los que salen corriendo detrás del huido le pierden de pronto la pista -se escondió debajo de un coche-, pero saben en qué casa suele parar: la de los abuelos paternos. Y allí se presentan y empiezan a pegar patadas a la puerta hasta abrirla. Arrasan con todo lo que encuentran en el recibidor. El abuelo del chaval deja a su mujer aterrorizada en la cama y sale hasta la calle a preguntar qué diablos pasa. Mostrándole las heridas de la cara, el cabecilla de la agresión le replica que se las ha causado su nieto y que lo matará cuando lo encuentre.
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Por Manuel Mª Becerro. Fuente ElMundo.es
Madrugada del 16 de julio en el apacible pueblo onubense de Valverde del Camino, de menos 13.000 habitantes. Unos jóvenes hacen botellón en la calle [...] Empiezan los empujones, vuela algún que otro vaso y, en un agarre, uno estalla contra la cara de uno de los impacientes. La sangre hace acto de aparición y, al que portaba el vaso roto, empiezan a patearlo en el suelo. Si no se zafa y echa a correr calle abajo, quién sabe en qué habría terminado la paliza. El problema es que todos se conocen bien: son chavales del pueblo, de apenas 19 años, que se han visto crecer porque estudiaron juntos en el mismo colegio.
Los que salen corriendo detrás del huido le pierden de pronto la pista -se escondió debajo de un coche-, pero saben en qué casa suele parar: la de los abuelos paternos. Y allí se presentan y empiezan a pegar patadas a la puerta hasta abrirla. Arrasan con todo lo que encuentran en el recibidor. El abuelo del chaval deja a su mujer aterrorizada en la cama y sale hasta la calle a preguntar qué diablos pasa. Mostrándole las heridas de la cara, el cabecilla de la agresión le replica que se las ha causado su nieto y que lo matará cuando lo encuentre.
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