El incendio del Tumbalejo

La noche del pasado sábado 28 de julio, fuimos ocho amigos a cenar a La Palma del Condado desde Valverde. En el camino de ida comenté: “me conozco esta carretera como la palma de mi mano. Si alguna vez desaparece un solo árbol, al día siguiente me daría cuenta”. A dicha exageración, justificada en el hecho que desde hace tres años diariamente me recorro esta carretera, no le hubiera dado más importancia sino fuera porque pasadas unas horas se quemaron justamente en esta zona 1.000 hectáreas. El incendio se originó el domingo por la tarde y no se extinguió hasta el día siguiente tras el trabajo de un amplio operativo de extinción. Fueron desalojadas unas 35 personas, entre los que se encontraban valverdeños del Tumbalejo y de El Manzanito.

Ahora hay que decir bien fuerte que esto se venía venir. Pero siendo verdad, ya es tarde y con ello no aporto nada nuevo, por lo que paso a analizar los hechos. En un trayecto de carretera de unos 2 km, se observa a ambos lados que el monte quemado es una masa mixta de eucaliptal con pinar y con un abundante subpiso de matorral altamente inflamable. Además el pasado domingo 29 de julio la temperatura rondó los 40 grados.

Los veranos mediterráneos y las características de las especies vegetales que pueblan nuestros montes, hace que los incendios hayan sido y hoy sigan siendo habituales y muy difíciles de evitar. Todo ello se magnifica más cuando entra en acción la mano del hombre. Pero no podemos ver sólo en el hombre al causante de los problemas, porque como digo el hombre magnifica un riesgo que ya existe.

Por otro lado, en estos montes de Niebla y de Valverde han trabajado históricamente los pegujaleros valverdeños. En la fotografía inferior se retrata la familia del fotógrafo Manuel Borrero (Requena) en el Tumbalejo, que es la zona que ha salido ardiendo estos días. La foto refleja una forma de vida que hoy por desgracia para estos montes ha desaparecido ya que su uso ha cambiado por completo y hoy no se aprovechan con mimo cada una de las hectáreas de los Baldíos de Niebla. Diego Romero (El Notario) denunció a raíz de su libro “Un Pueblo Colonizador” que lo que eran terrenos de aprovechamiento ganadero y agrícola se estaban convirtiendo en masas de eucaliptos y pinos. Según El Notario, el cambio en los usos del monte estaba dando lugar a que se despoblaran los baldíos. Bien es verdad que este movimiento demográfico hubiera sido muy difícil de parar, dado la dureza de las condiciones de vida de los pegujaleros valverdeños, de la cual nos podemos hacer una idea viendo la fotografía.

No voy a ser yo quien critique a los forestales que repoblaron toda esta zona, porque sería injusto y ciego. El eucalipto consiguió duplicar el jornal de los trabajadores del monte en Huelva . El pino, además de su uso protector y ecológico, consigue crear suelo y el microclima óptimo allí donde sólo hay un “cabezo pelao”, como paso previo a la introducción de las especies por excelencia de éstos pagos: la encina y el alcornoque. Es más, es una realidad que muchos de estos montes se repoblaron porque estaban esquilmados tras siglos de aprovechamientos intensivos, como podemos ver en el estado actual de nuestra Dehesa de los Machos.

Dicho lo cual, ¿por donde pasan las soluciones? La primera debe ser seguir apostando por la prevención y auxiliarmente por la extinción que ha demostrado ser eficaz y necesaria. Sin embargo, siendo realistas, mantener “limpias” las 787.000 hectáreas de superficie forestal que tiene la provincia de Huelva es económicamente inviable. Por ello igual de importante deben ser aspectos como la fijación de la población en áreas rurales fomentando aprovechamientos sostenibles ecológicamente y (más importante aún) sostenibles económicamente. También se deberá potenciar el aprovechamiento ganadero y cinegético como herramienta clave para mantener "limpio" el monte. Por último deberá potenciarse la dehesa como sistema de aprovechamiento más eficaz en los ecosistemas mediterráneos. La Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía ya trabaja en ello, pero todos estos planteamientos volverán a ser un fracaso si el año que viene o los siguientes nos tenemos que volver a levantar con la noticia de que se nos ha quemado la Ribera o el Pinar del Estado.