Pedro José Lozano en Barranquilla "el único riesgo es que te quieras quedar"
El jóven valverdeño Pedro José Lozano Lorca nos cuenta su experiencia vital en la ciudad colombiana mundialmente conocida por su carnaval y por muchas razones más que nos desvela en este reportajeEs Valverde (es noticia).-
Pedro José Lozano Lorca (Colombia). Valverdeños por el mundo
por Jesús Ramírez Copeiro
Nace en Valverde el 22 de marzo de 1989. Es hijo de Pedro Lozano, con peluquería en la c/ Coronada y de María Dolores Lorca Feria. Cursé estudios en el colegio Menéndez y Pelayo -afirma Pedro José Lozano- y luego en el I.E.S Don Bosco. Obtuve la diplomatura de Trabajo Social en la Universidad de Huelva y actualmente finalizo el grado en Psicología.
Barranquilla
Llegué a Colombia en los primeros días de enero de 2014, tras conseguir una beca de intercambio en la Universidad del Norte, en Barranquilla. Estoy acabando aquí mis estudios y haciendo el trabajo fin de Grado, así como las prácticas institucionales en Inpsicon, una de las empresas más reconocidas de neuromarketing en Colombia.
Barranquilla es también conocida como “La Puerta de Oro de Colombia”, al ser el principal puerto del país. Es una ciudad joven con 200 años de antigüedad, aunque antes de su fundación ya era un asentamiento importante para la corona española por su situación estratégica en el Mar Caribe, justo en la desembocadura del río Magdalena.
Barranquilla es una de las capitales más importantes de Colombia y en auge. Con casi un millón y medio de habitantes y más de dos millones con su área metropolitana, es la cuarta ciudad del país debido a su gran actividad mercantil y portuaria. Es conocida por tener los carnavales más famosos de Latinoamérica, después de los de Río de Janeiro y cómo no, también por la cantante Shakira. El carnaval es una fiesta cultural, reúne colores, razas, disfraces y ritmos musicales, es lo más representativo de la ciudad y está considerado como Patrimonio Cultural de la Nación. Por cierto, una de las canciones más célebres habla de un caimán que “se va para Barranquilla”, a ritmo de cumbia.
Esta tierra me está brindando muy buenas oportunidades. Hace poco impartí una conferencia sobre el proyecto denominado “Ciudadano de Honor”, que llevamos a cabo en la empresa y que promueve el consumo responsable y la cultura ciudadana. La iniciativa ha tenido buena acogida entre los barranquilleros. Es una brillante idea que bien se puede exportar a Europa, pues ante todo uno está aquí para aprender, disfrutar y llevar ideas innovadoras a su tierra.
Foto 1: Pedro Lozano Lorca en la playa de la Isla de Barú (Cartagena de Indias), 2014
Los colombianos
Dejando afuera los clichés y prejuicios sobre Colombia, pues me han demostrado que poco tienen de cierto, el “país del café” me ha tratado muy bien desde el mismo día en que pisé esta tierra. Los colombianos y especialmente los de la costa caribeña, donde me encuentro, son personas alegres, abiertas y acogedoras, les encanta el baile y “la rumba”, como dicen ellos.
La verdad, desde que llegué, he asemejado la idiosincrasia del barranquillero con la del andaluz pues ellos, al igual que nosotros, tienen fama ante el resto del país, de vagos, fiesteros y alegres, también acortan las palabras y hablan muy rápido. Esto no es sólo propio del barranquillero sino de toda la región costera.
En mi primera semana recuerdo que necesitaba tomar un autobús para ir a la universidad y no encontraba la parada. Y es que, efectivamente, no existen las paradas de autobús. Aquí toca levantar la mano y ser rápido al montarte, pues casi ni paran. El tráfico y el tremendo calor húmedo ha sido lo que más me ha costado superar, al final te haces a la idea de que estás en una continua ola de calor, como las de Andalucía.
Foto 2: En los carnavales de Barranquilla
Como español te acabas acostumbrando a que la gente, sin apenas conocerte, te diga cosas como “joder tío”, intentando imitar el acento madrileño o preguntando si eres del Real Madrid o del Barça. Son fanáticos de la Liga española y del fútbol en general.
Cartagena de Indias
A una hora de distancia de Barranquilla se encuentran las ciudades turísticas de Cartagena de Indias y Santa Marta. Esta última conserva una de las joyas de Sudamérica, hablamos de Tayrona, un hermoso parque natural, el único lugar del mundo donde puedes pasar, en menos de un kilómetro, de una montaña nevada a playas paradisíacas de color turquesa y con palmeras, haciendo las delicias de los visitantes.
En Cartagena de Indias me sorprendió el contraste entre su casco histórico, con edificaciones coloniales y carros de caballos paseando por las calles (me hizo sentir en Sevilla) y su “skyline”, con sus lujosos rascacielos y rodeado de puertos deportivos. Desde allí es muy fácil ir en lancha a las playas blancas y cálidas de Barú o a las Islas del Rosario, una reserva natural de corales.
Foto 3: Pedro José Lozano Lorca en Cartagena de Indias, al fondo el “skyline” con sus lujosos rascacielos. Año 2014
Comida
En cuanto a la comida, aquí se puede comer bien y barato. Un menú sencillo puede rondar los tres euros. En la gastronomía barranquillera destaca la sopa de mondongo, que para nosotros sería una sopa de callos; los chuzitos, que son como unos pinchos de chorizo y butifarra asados, con papa criolla y pimentón, lo puedes encontrar en cualquier esquina; el ajiaco, un caldo de pollo con maíz y aguacate; y el plato combinado de mojarra (un pescado típico) con patacón (plátano maduro frito), frijoles y arroz. Ante todo, los platos siempre se acompañan con arroz. Una de las cosas que más me llamó la atención y a la que todavía no me he acostumbrado, aunque sea muy típico, es ver a la gente tomar sopa caliente en los chiringuitos de las playas. Aún sudo, cada vez que me la ponen.
Si algo tiene Colombia en cuanto a la gastronomía y que extrañaré mucho el día que me marche, es la cantidad de puestos que en la calle venden zumos naturales o “juguitos”, como dicen por aquí, a partir de una enorme variedad de frutas tropicales, cuyos nombres aún me cuesta memorizar: lulo, zapote, guayaba, mango, maracuyá, corozo, mamón, guanabana ¡No sabía que hubiese tantas frutas!
Foto 4: En una calle de la Cartagena colonial
Despedida
Por último, me gustaría agradecer a mis padres, hermana, resto de familia y amigos, a pesar de los prejuicios que se tienen de Colombia, por haber confiado y haberme apoyado incondicionalmente. A más de 11.000 km puedo imaginar su preocupación e incertidumbre, pero quiero transmitirles que está siendo una experiencia inolvidable y que la vida me está cambiando a mejor. Estoy muy feliz de estar aquí. Animo a los jóvenes a que se atrevan a descubrir, que emprendan y cumplan sus sueños, eso es algo que siempre nos ha caracterizado como valverdeños. No dejéis que otros os cuenten y decidan por vosotros y salid fuera, y ¿por qué no a Colombia? Como dicen aquí, el único riesgo es que te quieras quedar. Un fuerte abrazo a todos.
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